Los que hemos perdido los europeos
La historia reciente nos coloca en sentido contrario a la utopía, a las grandes aspiraciones del siglo XX, aquellas por las que han luchado millones de ciudadanos europeos para que la democracia, la libertad, la igualdad y los derechos prevalezcan en las relaciones entre hombres y Estados. Un gran proyecto colectivo que se asfixia en un ambiente, en el que, no sólo no percibimos que sucumbe, sino, en el que colaboramos con su muerte sin sentir dolor alguno. Muere sin que tengamos conciencia de lo que, lentamente, vamos perdiendo cada vez que levantamos los brazos para que nos cacheen después de asistir consternados a la fúnebre celebración de la violencia y la muerte en una estación de tren o en la terminal de pasajeros de un aeropuerto.
La expansión del islam escapa a todo proyecto de libertad y capta a millones de jóvenes dispuestos a dar la vida por ideas que otros conciben y labran para una masa de insatisfechos del mundo. Los iluminados del ideario vengan sus propios odios y labran negocios sustanciosos de guerra y los recursos de algunas zonas dominadas por el islam. La religión está indisolublemente unida a nuestra historia, a la europea también, y nos creíamos emancipados también ahí, en el ámbito religioso. Suponíamos que habíamos ganado autonomía frente a la pobreza intelectual que mueve a millones de personas a entregarse a la autoridad de los hombres que dicen que les habla Dios y que su autoridad, ideales, órdenes y acciones procede directamente de la voluntad divina. La Iglesia Católica, se ha replegado en si misma, atacada por el laicismo europeo, por las nuevas corrientes de la izquierda que la consideran cómplice de la situación que vive Europa. Mientras, millones de personas que así piensan, simpatizan abiertamente con los hermanos musulmanes, con sus causas, posiblemente no con sus ideas. ¿Qué europeo por muy abierto que sea está de acuerdo con algunas de las ancestrales costumbres del islam y su estancamiento teológico y cultural a pesar de convivir en el núcleo mismo del progreso de pensamiento que ha inspirado la libertad? Es en este ambiente en el que la Iglesia Católica, la madre de gran parte de nuestra cultura, de la inmensa mayoría de nuestro pensamiento, se ha replegado en sí misma, atacada por los suyos, con una grave crisis de identidad y aislada por el propio Islam, protagonista de la historia de la Europa laica. El esfuerzo de Bergoglio por recuperar el espíritu de apertura a la sociedad está siendo baldío frente a la ola de conservadurismo que recorre el mundo, uno de los factores que explican el fracaso de Europa.